
Eduardo Galeano fue un escritor uruguayo que en su relato se encargó de retratar la cultura y la historia latinoamericana. Él describía a la vida humana en nuestro planeta como “un mar de fueguitos”. Siempre pensé que esa era una hermosa metáfora mal aplicada. Sería, tal vez, más apropiado decir que los verdaderos fueguitos son las estrellas y que cada estrella se encuentra sumergida en un mar sumamente oscuro llamado universo.
Si no les convence lo que propongo pensemos en el sol, una estrella que arde incansablemente. Sin embargo, no es el único que emana calor. De hecho, lo hacen todas las estrellas que vemos a la noche y este ardor tiene una explicación química.
Dentro de cada estrella sucede algo fascinante: se producen millones de reacciones nucleares. Dichas reacciones suelen ser exotérmicas, lo que significa que liberan enormes cantidades de calor. Como producto de este fenómeno lo que vemos desde La Tierra cuando miramos el cielo es, al fin y al cabo, un mar de fueguitos luminosos.

La luz, esa viajera incansable
Sin luz no seríamos capaces de observar nada ya que para que nos sea posible ver un objeto, éste tiene que emitir luz propia o reflejar luz ajena. La luz es tan importante que hasta existe una medida que lleva su nombre.
El año luz, al contrario de lo que muchas personas imaginan, es una medida de distancia y no de tiempo ya que se define como la distancia que recorre la luz en un año. Considerando que la rapidez de la luz es constante y su valor es de 300.000 km/s aproximadamente, basta con reemplazar en una sencilla ecuación de movimiento (Ecuación 2) para averiguar cuánto tiempo demora en recorrer una distancia determinada.
(Ecuación 1)
(Ecuación 2)
Ni en vivo ni en directo
El hecho de que la luz tenga que hacer un recorrido para llegar a nuestros ojos implica una pérdida de la espontaneidad. Esto es imperceptible en la cotidianidad ya que la luz es tan rápida que no notamos su viaje cuando queremos observar algo que está cerca.
Veamos un ejemplo. Si ponemos nuestra mano a 1 metro de nuestros ojos y la miramos seguramente veremos una mano acorde a nuestra edad, con un tamaño y una cantidad de arrugas razonable. Pareciera no haber desfase temporal, pues la vemos tal como es en la actualidad. Sin embargo, si reemplazamos los valores en la Ecuación 2 para saber cuánto tiempo demoró la luz en ir de nuestra mano a nuestros ojos vemos que el resultado es ¡0,0033 millonésimas de segundos! (Ecuación 4). Este desfase temporal es tan pequeño que, por más de que de produzca, no lo percibimos.
(Ecuación 3)
(Ecuación 4)
Y si acaso no brillara el sol
Las letras de canciones están plagadas de analogías científicas y yo suelo buscarles un contexto racional. Luis Alberto Spinetta fue un poeta y cantautor argentino cuyo máximo hit fue una canción titulada “Seguir viviendo sin tu amor”. Un fragmento del tema dice:
Y si acaso no brillara el sol
y quedara yo atrapado aquí
no vería la razón
de seguir viviendo sin tu amor.
Lo que Luis no tuvo en cuenta es que si el sol dejara de brillar él (y toda la humanidad) se enteraría tarde. Esto sucedería porque la estrella más famosa de nuestro sistema solar está a una distancia media de 150.000.000 kilómetros del planeta Tierra. Si usamos la Ecuación 1 para averiguar cuánto demora la luz del sol en llegar a nuestros ojos, obtenemos un tiempo de 8,33 minutos.
(Ecuación 5)
(Ecuación 6)
Esto quiere decir que si vemos el sol, no lo vamos a ver como es en este instante sino como era hace 8,33 minutos. En consecuencia, si el sol desapareciera en este momento no nos enteraríamos ahora, sino dentro de 8,33 minutos.

Un viaje en el tiempo desde la comodidad de tu balcón
A mi me gusta pensar que ver las estrellas es como viajar en el tiempo y creo haberles demostrado que en cierto punto lo es. Es más, la pérdida de espontaneidad se vuelve mucho más interesante cuando observamos objetos que están muy lejos de nosotros.
Imaginemos que estamos en una noche de verano sentados en el balcón y vemos una estrella que se encuentra a 200 años luz de nuestro planeta. Recordemos que esto quiere decir que su luz demora 200 años en viajar hasta acá. Por lo tanto, cuando veamos esa estrella la veremos como era hace 200 años. Mas aún, podría suceder que esa estrella se haya extinguido hace 50 años, pero como nos encontramos “viajando al pasado” la podemos ver y lo seguiremos haciendo por 150 años más.
Sin embargo, 200 años no es nada si hablamos en escala temporal del universo. ¿Que pasaría si intentaramos ver una estrella que está mucho más lejos? Existen algunas que están a una distancia tan grande de La Tierra, que su luz no ha llegado a nosotros aún. Esto implica que, aunque existan, no las podemos ver.
Me gustaría cerrar este post reflexionando sobre el párrafo anterior. Quiero remarcar que hay una gran región del universo que no hemos podido observar. Al no conocerla no sabemos cómo es, qué tan grande es, qué cuerpos celestes tiene, cómo están distribuidos o cuántos son. Afuera de nuestro planeta queda mucho por explorar y, aunque quisiéramos explorarlo todo, no seríamos capaces hacerlo.
Lecturas recomendadas
Para saber más sobre aquello que existe aunque no lo veamos te recomiendo el excelente post “Materia y energía oscuras” de Elena Ruiz Laguna.
Si, en cambio, te quedaste con ganas de conocer más sobre reacciones intraestelares te recomiendo “Supernovas, máquinas de elementos para el universo”, de Miguel Jiménez Ortega.
Referencias
- Lightman, A. (2015). El universo accidental: el mundo que creíamos conocer. Ed Montesinos.
- Proceso Triple Alfa. (s.f). Hyperphysics. Recuperado de: http://hyperphysics.phy-astr.gsu.edu/hbasees/Astro/helfus.html
- ¿Qué distancia media hay entre La Tierra y el Sol?. (s.f). Nuestroclima. Recuperado de: https://nuestroclima.com/que-distancia-media-hay-entre-la-tierra-y-el-sol/
- Full Moon Night Sky Starry Banner. Pngtree. Recuperado de: https://pngtree.com/freebackground/full-moon-night-sky-starry-banner-background_961968.html

Julieta Trapé
Graduada en Ciencias Básicas con orientación en Química. UNCuyo, Mendoza, Argentina.
Data Architect en Globant, Argentina.
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