En el capítulo anterior (PROYECTO HUEMUL #2) traté lo que considero el “punto cúlmine” de la farsa de Huemul. Hoy, a modo de cierre, contaré la historia del “retorno a la razón” (título acuñado por Mariscotti y que tomaré prestado). Como toda buena miniserie, este capítulo final tendrá una duración un poco mayor, pero créanme, valdrá la pena leer hasta el final.
Sobre la (o)posición de Gaviola al Proyecto Huemul
Como he mencionado en artículos anteriores, Enrique Gaviola fue uno de los pocos físicos argentinos que denunciaba de manera pública la farsa creada por Richter. Ante el revuelo de la “atómica nacional”, no quiso permanecer callado. Vio en su informe de 1951 sobre su gestión como presidente la Asociación de Física Argentina (AFA) una oportunidad para comentar su opinión. Este informe estuvo listo para su publicación, no obstante, los editores de la revista a cargo se negaron a publicarlo ya que fue considerado ofensivo para el gobierno.
Dicho informe contenía el siguiente párrafo en referencia al anuncio de Richter:
El charlatanismo ha crecido, en forma alarmante, en todo el país. (…) El mayor delito que puede cometer un científico, en su carácter de tal, es simular o falsificar un resultado. La pena es la expulsión de la comunidad científica (…). El secreto es útil escudo para la deshonestidad intelectual. El secreto produce el auge de la charlatanería.
Enrique Gaviola, 1951 (citado en Mariscotti, 2016: 210)
Además, en el mismo escribió una reversión del cuento “Los nuevos vestidos del emperador” de Hans Christian Andersen, en la cual Perón era el Emperador de Persia y Richter el sastre extranjero impostor… Y sí, publicar dicha reversión hubiera sido un acto, cuanto menos, arriesgado.
La desconfianza de Gaviola no era un mero presentimiento. El físico mendocino había realizado una intensa búsqueda de información y antecedentes sobre el físico austríaco, particularmente, publicaciones en revistas científicas de los últimos 20 años en Alemania, Austria, Italia, Rusia, Gran Bretaña y EUA (Gaviola, citado en Bernaola 2001:531). No encontró ningún trabajo publicado por el “doctor” Ronald Richter. Años más tardes, Gaviola comentaría que, al no tener su tesis publicada, Richter no podía ser considerado “doctor” .
Coronel Enrique González y la DNEA (o la verdadera CNEA)
El coronel Enrique González fue un militar argentino y funcionario durante las presidencias de Juan D. Perón, siendo de gran confianza para el ex-presidente. Además, para la historia del Proyecto Huemul resultaría un personaje de gran importancia.
En mayo de 1951 se crea, de manera independiente a la CNEA, la Dirección Nacional de Energía Atómica (DNEA), con el coronel González como su director. Aunque algunas funciones de la DNEA se superponían con las de la CNEA, otras eran:
- formar personal técnico especializado en energía atómica;
- controlar la producción, comercialización y uso de los materiales vinculados con la investigación y utilización de energía atómica;
- estudiar los procedimientos de financiación;
- y difundir los hechos científicos y técnicos vinculados con el tema de la energía atómica (Mariscotti, 2016: 220 – 223).
A esta dirección se incorporaron algunos graduados en ciencias físicas y electrónicas del país. La DNEA no sólo mostraba las intenciones del gobierno de seguir trabajando en la línea de la energía atómica de forma paralela al Proyecto Huemul, sino que constituiría un organismo fundamental para el desarrollo de tecnologías nucleares luego de que el proyecto de Richter fuera investigado y cancelado. De hecho, la actual CNEA es la continuación de aquella DNEA creada en 1951.
Coronel Enrique González en la Isla Huemul
Mientras, los problemas entre Richter y el personal que trabaja en la Isla Huemul crecen día a día. Además, llaman la atención del coronel González algunos pedidos de Richter, como mover la ubicación de los laboratorios en la Isla, el aumento de encargos de importaciones de equipo experimental y el excesivo aumento de presupuesto para el proyecto.
Hasta la fecha, Richter no había aportado ninguna evidencia del éxito anunciado en aquel marzo de 1951. Es por ello que González le solicita al físico pruebas concluyentes sobre la veracidad de los trabajos realizados en Huemul, pero Richter condiciona tal acción al envío de materiales. Así, la idea de conformar una comisión de expertos que visitara la isla comienza a aparecer en la mente del coronel.
González versus Richter
Los primeros meses de 1952 serían determinantes para que el coronel González perdiera definitivamente su fe en el proyecto y, en particular, en Richter. Llegan a Buenos Aires las noticias de que Richter pretendía mover su laboratorio de la Isla Huemul, hacia otra zona de Bariloche. Para esta fecha, el físico había interrumpido su comunicación con la CNEA y con las personas a su alrededor.
En febrero, González decide visitar Bariloche. Cuando llega, se encuentra con Richter tratando justamente el traslado de las instalaciones, a pesar de que esta decisión debía involucrar al coronel por ser el director de la DNEA y estar a cargo administrativamente del proyecto. Tras una discusión con el físico por la cantidad de presupuesto brindado al proyecto a cambio de ninguna muestra fidedigna de la capacidad de realizar las reacciones termonucleares ya anunciadas, González regresa de Bariloche con intenciones de presentar su renuncia ante Perón.
Una vez en Buenos Aires, González se encuentra con Perón y lleva consigo un glosario de hechos y opiniones de diversas personas que avalaban sus dudas acerca del trabajo de Richter. Así, le pide al presidente que organice una comisión que visitara Bariloche para evaluar el proyecto de Richter.
Sin embargo, tras reunirse Perón con el físico austríaco, este último logra su respaldo y queda cancelado (temporalmente) el viaje de la comisión evaluadora a Bariloche. Tras estos hechos, González renuncia definitivamente a sus cargos como funcionario de Juan Domingo Perón.
Sale González, entra Iraolagoitía
Luego de la renuncia de González, Perón elige al capitán de fragata aviador naval Pedro Iraolagoitía para suceder a González como director de la DNEA. Este visita las instalaciones de la Isla Huemul en abril de 1952.
Su experiencia en la isla de Bariloche no fue muy distinta a la del coronel González. Es así que al regresar a Buenos Aires se reúne con el presidente para entregarle un informe en el que expuso al menos 14 hechos que ponían en evidencia el manejo demencial del proyecto (Mariscotti, 2016: 284). Además, insiste en la creación de una comisión fiscalizadora que evaluara la viabilidad del Proyecto Huemul. González no estaba tan equivocado…
Para conformar la comisión, el capitán le advierte a Perón que “no hay físicos peronistas en el país” (Mariscotti, 2016: 288). Por otra parte, recurrir a la AFA no era una opción: con Gaviola a la cabeza, ya estaría posicionada en contra del proyecto.
Sin embargo, cabe destacar que no todos los científicos que trabajaban en la DNEA eran peronistas, algo poco usual para la época. Tanto González como Iraolagoitía evitaron la “discriminación política” para la selección de los trabajadores de la dirección. Así, la comisión queda finalmente conformada por: el Padre Juan Bussolini, el ingeniero Otto Gamba, el ingeniero Mario Báncora, el doctor José Antonio Balseiro y el capitán Beninson.

Visita de la comisión asesora a la Isla Huemul

Este equipo, junto con Iraolagoitía, senadores y diputados, parten hacia la Isla Huemul el 5 de septiembre de 1952. La primera visita a la Isla consistió en recorrer los edificios y conocer los equipos que eran parte del proyecto. También, durante este viaje, Richter expuso sus ideas, de manera superficial, pero los científicos se limitaron a escuchar.
Balseiro y Báncora, dupla de oro
En particular, Balseiro y Báncora quedan en complementarse en sus tareas de inspección. Procuran registrar el modo en que los equipos estaban conectados (y desconectados). Según cuenta Mariscotti (2016: 294 – 300) estos dos no sólo notan la exposición teórica de Richter poco clara, con errores y contradicciones. Sino que además llevan con ellos detectores de radiación gamma1, los cuales no acusan actividad atómica durante la muestra experimental de Richter. También, llevan una muestra radiactiva de Radio y comprueban que los contadores de la isla no eran sensibles a la radiación gamma. Sin embargo, notan que al ponerse en marcha la muestra experimental del físico austríaco, los contadores de la isla sí acusan una fuerte radiactividad…

Los informes de la comisión asesora
De regreso a Buenos Aires, los miembros de la comisión deben presentar un informe técnico y otro con una opinión personal evaluando la viabilidad del proyecto. Son entregados el 15 de septiembre: todos resultan negativos salvo el del Padre Bussolini, que fue favorable a Richter.
Los dictámenes más significativos fueron los de Báncora y Balseiro por las siguientes razones:
- el ingeniero reprodujo en su laboratorio el circuito ideado por Richter (sin utilizar ninguno de los ingredientes para una reacción termonuclear) e informó que este era un circuito oscilante que actuaba de igual manera que los primeros emisores de ondas electromagnéticas. Báncora afirmaba que estas, y no los rayos gamma provenientes de reacciones termonucleares, eran responsables de las señales que acusaban los contadores de Richter.
- Balseiro, por su parte, demostró de manera cuantitativa que para obtener átomos que fusionen entre sí, según el mecanismo informado por Richter, sería necesario alcanzar temperaturas de cuarenta millones de grados, diez mil veces superiores a las obtenibles mediante el instrumental disponible en Huemul.
Dentro de su opinión personal, el Dr. Balseiro escribe un párrafo cuya riqueza yace en sus argumentos epistemológicos sobre el modo de hacer ciencia:
“(…) la forma de operar del Dr. Richter deja mucho que desear del punto de vista del método científico (…). Mi experiencia de trato con personas de formación científica y de criterios académicos me sugiere que actitudes tomadas por el Dr. Richter están lejos de poder ser interpretadas como las divulgadas excentricidades atribuidas a los hombres de ciencia. A esto debo añadir que en conversaciones mantenidas con el Dr. Richter sobre diversos temas de física ha mostrado, o un desconocimiento sorprendente en una persona que emprende una tarea de tal magnitud, o ideas muy personales sobre hechos y fenómenos bien fundados y conocidos.
Dr. José Antonio Balseiro, 19522.
A veces cuesta soltar…
Sin embargo, estos informes, aunque fueron un gran puntapié para cancelar el proyecto, no resultaron suficientes para darlo de baja. Se le sumaron además una instancia de muestra experimental del circuito replicado por Báncora en Buenos Aires, una instancia de réplica por parte de Ronald Richter, otra instancia de réplica por parte de la comisión a la defensa que había presentado Richter y, finalmente, una segunda comisión evaluadora, conformada por el profesor Richard Gans y el doctor Antonio Rodríguez.
Estos últimos, por su parte, redactaron en dos horas un conciso informe que avalaba en su totalidad el dictamen de la comisión anterior: no existían pruebas contundentes de los “éxitos” de Richter, y el Proyecto Huemul quedaba así, CANCELADO.
Desmantelamiento del Proyecto Huemul… ¿cómo seguir?
Iraolagoitía y un grupo de colaboradores viajan en noviembre de 1952 a la Isla, aprovechando la estadía de Richter en Buenos Aires, e intervienen Huemul y las otras instalaciones de la planta para darle fin al proyecto. Se clausuran los laboratorios y oficinas. Báncora junto con colaboradores realizan además un inventario de los equipos e instrumentos de la Isla.
Los investigadores de la DNEA deben decidir qué hacer con las instalaciones y el equipo experimental de Huemul. Acuerdan no realizar nada en la Isla, ya que el transporte hasta la misma era dificultoso. Sin embargo, deciden mantener algunas instalaciones en terrenos cedidos por el Ejército (actual ubicación del Centro Atómico Bariloche). Discuten además la necesidad de contar con institutos de enseñanza e investigación superiores que pudieran quedar al margen de las fluctuaciones políticas de la época.
Así, el fracaso de Huemul pudo haber conducido a los trabajadores de la DNEA a enterrar todo lo que en Bariloche tenía que ver con energía atómica (Mariscotti, 2016: 313 – 314). Afortunadamente, tomaron el camino contrario y decidieron sacarle todo el provecho posible a lo que quedaba del proyecto.
Escuelas de verano y la creación del Instituto Balseiro
La creación del actual Instituto Balseiro (IB) comienza aquí, tras el fracaso del Proyecto Huemul y las expectativas de personalidades como Gaviola y Balseiro de fundar un centro de formación para científicos del país.
Luego de la cancelación del Proyecto Huemul, se organizan escuelas de verano en Bariloche. La primera edición, durante enero y febrero de 1954, y la segunda durante el verano de 1955. El doctor Balseiro asume la dirección de esta segunda escuela. En esta, se estudian temáticas como reactores, radioquímica, física nuclear, electrodinámica cuántica y electromagnetismo. En palabras de Mariscotti:
La escuela fue un éxito y contribuyó a plasmar una auténtica comunidad científica, pero el resultado más importante fue la decisión que se tomó esos días de fundar un Centro Atómico y un instituto de física en Bariloche.
Mario Mariscotti, 2016: 329

Para la creación del Instituto de Física, se necesitaba contar con el amparo de una institución habilitada para otorgar títulos. Por lo tanto, se realiza en 1955 un convenio con la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo): ésta sería la encargada del ala académica del instituto, mientras que la CNEA se encargaría de los aspectos económicos. En julio de 1955 se toman los exámenes de ingreso a la primera camada de estudiantes y las clases comienzan el 1 de agosto, con José Antonio Balseiro a cargo de la dirección del Instituto de Física.
Algunas conclusiones
Si bien el proyecto de Ronald Richter fracasó (terminando en una farsa con el anuncio de un éxito que no había sido alcanzado), considero que es parte de la historia de la ciencia argentina que nos deja algunas importantes lecciones…
Lección 1
La primera, la importancia de consultar ante una propuesta de gran magnitud, como el desarrollo de reacciones de fusión controladas, con expertos en la materia. La ciencia desarrollada por un científico extravagante que trabaja de manera solitaria en su laboratorio no es más que un mito alejado de la realidad. Las personas de ciencia cooperan entre sí, son rigurosos en sus investigaciones, consultan con la teoría más actualizada del momento, intentan refutar sus propias hipótesis antes de afirmar haber alcanzado el “éxito”, y en tal caso, muestran evidencia de sus afirmaciones. O al menos, es lo que se espera del método científico. Que Perón no haya consultado con los físicos argentinos del momento, constituye, a mi parecer, una falta grave.
Lección 2
Sin embargo, me parece importante destacar una segunda lección de esta historia: la importancia de conversar y trabajar con personas que piensen distinto a uno. Que el coronel González y luego el capitán Iraolagoitía hayan invitado a trabajar a la DNEA a científicos e ingenieros que no eran peronistas contribuyó de manera positiva no sólo a la cancelación del Proyecto Huemul, sino al posterior desarrollo de las investigaciones en materia atómica en el país. No se trata de esperar que al momento de trabajar uno deje de lado sus ideologías y pretenda ser neutral, sino saber escuchar a quien piensa diferente, poder debatir, poder trabajar en conjunto.
Lección 3
Otra lección es la de poder aprender después del fracaso. La DNEA, con Iraolagoitía a cargo, y científicos como Balseiro trabajando en el país, no enterró y olvidó lo que fue del proyecto, sino que trabajó en la formación de científicos del país, aprovechó el instrumental comprado y definió nuevas líneas de investigación. Creo que es esta una de las lecciones que más deberíamos tener presentes al hablar de Huemul.
Este (no) es el fin
Del fracaso del Proyecto Huemul surge una nueva era en la investigación nuclear, y en física, del país. La CNEA y el Instituto Balseiro han acogido entre sus paredes grandes científicos, científicas, ingenieros e ingenieras de la Argentina. INVAP, una de las instituciones a cargo de la fabricación de los satélites SAOCOM 1A y 1B, es una empresa que nace como proyecto de egresados del mismo IB. La CNEA en la actualidad presenta diversas líneas de investigación en tecnologías nucleares, que incluyen no sólo el desarrollo del primer reactor de potencia (para aportar a la matriz eléctrica del país) completamente argentino, sino que también abarcan proyectos sobre medicina nuclear, tratamientos de los residuos radiactivos, minería del uranio, entre otros.
No se puede negar la importancia que tuvo este proyecto ambicioso en el desarrollo de las tecnologías nucleares y la formación de científicos y científicas del país. Pero, sobre todo, no se puede negar el gran aporte que realizaron científicos como Enrique Gaviola o José Antonio Balseiro para la ciencia argentina.
Aprender y contar sobre historia de la ciencia argentina es una manera, a mi parecer, de rendirles un pequeño homenaje por lo que nos legaron.
Notas
1La radiación gamma es radiación electromagnética de altas frecuencias (superiores a 1019Hz). Por lo que está constituida por fotones (partículas elementales que no poseen carga ni masa) y se clasifica como radiación ionizante ya que posee la energía suficiente para ionizar la materia. Los detectores de radiación son dispositivos utilizados para detectar, como bien dice su nombre, radiación (y existen en diversas formas y tamaños, además de variar en función del tipo de radiación que se desee detectar). También se los suele llamar detectores de partículas o contadores.
2El informe completo del Dr. Balseiro se encuentra en la página del Instituto Balseiro: INFORME DEL DR. JOSÉ ANTONIO BALSEIRO REFERENTE A LA INSPECCIÓN REALIZADA EN LA ISLA HUEMUL EN SETIEMBRE DE 1952
Bibliografía consultada
Esta serie de artículos fueron escritos utilizando como bibliografía principal el libro:
“El secreto atómico de Huemul. Crónica del origen de la energía atómica en Argentina” de Mario A. J. Mariscotti (2016. Lenguaje claro Editora. Buenos Aires, Argentina).
Mariscotti fue quien recopiló cartas, notas periodísticas, testimonios y un largo etcétera que permitieron que hoy podamos conocer la historia del Proyecto Huemul con gran precisión. Su libro es una verdadera joya.
Otras referencias:
- Bernaola, Omar A. (2001). Enrique Gaviola y el Observatorio Astronómico de Córdoba. Su impacto en el desarrollo de la ciencia argentina. Ediciones Saber y Tiempo. Buenos Aires, Argentina.
- INFORME DEL DR. JOSÉ ANTONIO BALSEIRO REFERENTE A LA INSPECCIÓN REALIZADA EN LA ISLA HUEMUL EN SETIEMBRE DE 1952. Disponible en: https://www.ib.edu.ar/instituto-balseiro/biografia-de-jose-antonio-balseiro-2.html

María Clara Zonana
Reciente Profesora en Cs. Básicas con orientación en física. Terminando la Licenciatura. Apasionada de las ciencias naturales, la historia de la ciencia y la epistemología. También me gusta pintar. Mendoza, Argentina.
2 Respuestas
Muy buenos tus resúmenes, Clarita. Yo tuve acceso a los informes en papel de la comisión respecto de la inspección a la isla en el 52, hace mucho tiempo y me parecieron muy concisos aunque algo escuetos. Luego gracias al libro de Mariscotti que me prestaste pude tener mucho más contexto.
Felicitaciones!
Muchas gracias profe! Sí, realmente el trabajo que hizo Mariscotti fue excelente y su libro es, como he repetido en los tres artículos, una joya.